man Hablemos de un lugar fabuloso. Un enclave en pleno corazón de Madrid para perderse. La ocasión de poder viajar por la Historia de nuestro país y trasladarnos a cualquier época, caminando unos cuantos metros o subiendo unas escaleras. Del Paleolítico a Roma; de Tartessos a Egipto; de la cultura del Argar al reino visigodo de Toledo.

El Museo estuvo cerrado durante años al acometerse una renovación que se hacía ya imprescindible. Un lustro en el que se desarrolló la reforma del lugar que alberga un sobrecogedor conjunto de fuentes históricas, testimonios que dan constancia del largo camino que nos ha llevado a lo que hoy somos.

En 2012 se reabrió y los que esperábamos el hecho, quedamos impresionados. El decimonónico edificio de la calle Serrano se nos presentó renacido. Tal y como reza en la web de la institución: <<el edificio se ha acondicionado logrando que sus espacios se distribuyan más racionalmente, sean más accesibles, dispongan del equipamiento tecnológico necesario y respondan a los criterios de confortabilidad y seguridad requeridos para hacer cómoda y placentera la estancia en él>>. Y vaya si se ha logrado.

Centraremos este post repasando la exposición permanente. El visitante cruza el torno de entrada y enseguida, dos vitrinas enfrentadas muestran fuentes arqueológicas de todos los tiempos. Después, un espacio audiovisual da la bienvenida. Nos recibe una luz escasa, tenue, acogedora. Al ambiente envolvente contribuyen unas notas musicales, tranquilas, relajantes. Cobran protagonismo los paneles luminosos que flanquean el pasillo de acceso. A un lado, imágenes intermitentes destacan hitos arqueológicos; al otro, un enorme indicador audiovisual divide el tiempo histórico de España. Después, en el centro de la siguiente estancia,  un gigantesco mapa aporta la primera sorpresa: en cinco minutos, se presenta toda nuestra Historia. El mapa va cambiando, basándose en la división territorial. Casi sin darnos cuenta, los yacimientos prehistóricos van dando paso a los primeros asentamientos, a las calzadas romanas, a la división provincial de Hispania, a la invasión musulmana…

man-acceso A la izquierda, un nuevo panel, esta vez estático. Jugando con los colores se nos presenta la cronología de todas las edades de la Historia de España, bien definidos sus períodos: desde el Paleolítico al siglo XIX, de Lucy a Alfonso XII. Un panel que debería ser obligatorio replicar en todos los colegios de España pues supone un esquema histórico del país tremendamente didáctico.

El visitante sonríe. El recorrido se antoja apasionante. Recuperados de las primeras sensaciones, empieza el verdadero viaje. La planta Baja acoge a la Prehistoria. Las fuentes arqueológicas se disponen agrupadas en vitrinas, bien iluminadas, bien señalizadas. Nuevos paneles introductorios al período que atravesamos nos sitúan. Y el Paleolítico avanza hacia el Neolítico y éste a la Edad de los Metales: el cobre, el bronce… El bifaz va dejando paso a otros útiles  más sofisticados. Irrumpen la cerámica y la agricultura. El hombre se hace sedentario y construye un poblado excepcional: los Millares. Los rituales funerarios se tornan en registro arqueológico… Y así, se acomete la primera planta de la visita.

elsacerdote-de-gadirLas escaleras nos conducen a la planta primera. Nos adentramos en la Protohistoria, en plena Edad del Hierro. Los grandes pueblos colonizadores dejan su impronta entre la gran multitud de pueblos prerromanos que habitan en nuestra geografía. El sacerdote de Gadir y unos huevos de avestruz dan cuenta de la sofisticación fenicia. El tesoro del Carambolo de Tartessos -aunque réplica- nos hace enmudecer… Casi sin darnos cuenta entramos de lleno en la cultura ibérica. Dos damas compiten en majestuosidad: la de Baza -más tímida- en un lateral y la de Elche, sabedora de su misterio, nos observa desde el fondo de la sala. En la estancia contigua, dos graníticos berracos observan. Recuerdan a los que albergaron el hecho histórico determinante para España: el nombramiento de la princesa Isabel como heredera al trono de Castilla. En pétreo silencio, se erigen custodios de los tesoros de sus hacedores, los celtas: los ajuares de sus guerreros nos hablan de sus modos de vida, de sus costumbres, de sus dioses…

En un momento Ebussus, la isla pitiusa, cobra protagonismo: los púnicos asoman en nuestra historia. Hay espacio también para reparar en la cultura que se da en otras islas Baleares, la talayótica y, recientemente inaugurado, pasamos por el lugar que acoge la arqueología de las islas afortunadas.

Roma invade el resto de la planta: la conquista, la resistencia Numantina, la romanización. Un espacio que recrea el foro acoge los bustos de los hombres y mujeres más ilustres: es el esplendor del Imperio. Pero Roma es mucho más: el circo, las termas, las domus, los ingenios, los enterramientos, los dioses y los mosaicos: una sala excepcional muestra unas no menos excepcionales representaciones del arte musivario, estancia que sirve como gran colofón de Roma.roma-mosaicos

Aún en la primera planta, nos adentramos en la Edad Media: el reino visigodo, la invasión árabe. Una portada románica, las coronas votivas de Recesvinto, el artesonado del Califato… Una planta más arriba la Edad Moderna irrumpe en todo su esplendor para dar paso a la Contemporánea. El siglo XIX es el final de la Historia expuesta.

Además, Grecia, Mesopotamia y Egipto nos esperan en la planta superior. Tres civilizaciones que ningún Museo Arqueológico que se precie puede obviar.

El M.A.N. es eso y mucho más. Un lugar que recoge la Historia de un gran  país merece no sólo una visita, así que, el título dado a este post resulta ciertamente escaso: una jornada en el MAN no parece suficiente. Porque es un lugar para volver y volver.

Toda la información sobre horarios, tarifas, contacto, etc., disponible en la web del museo.