lapidepictumDurante el Renacimiento se produjo un interesante debate sobre los méritos respectivos de la pintura y la escultura.  Los partidarios de la escultura argumentaban que ésta era superior porque perduraba en el tiempo. No se trataba de debatir acerca del talento o el ingenio del artista, sino de la perdurabilidad de la obra en el tiempo.

Vasari -considerado el primer historiador del arte- aceptó el reto: ¿por qué no pintar sobre piedra?  Contactó con un pintor, Sebastiano del Piombo, encomendándole la tarea. Es así como surge un interés por pintar sobre un soporte distinto al lienzo.

Pero ello no era nuevo. Las primeras manifestaciones artísticas ejecutadas por el hombre, en tiempos del Paleolítico Superior (durante el Magdaleniense) fueron precisamente eso: pintura sobre piedra, el arte rupestre. Después, la piedra ha sido pintada por diversos pueblos: íberos, romanos, egipcios… Así que, la idea no era nueva.

Bajo esta premisa el Museo del Prado ha organizado una muestra deliciosa titulada In lapide depictum. Una exposición que reúne obras de algunos de los pintores que utilizaron el pétreo soporte. Pero hay mucho más. Nada más acceder a la sala, sorprende una obrita deliciosa. centauro

Es uno de los llamados “monocromos”. Se trata de un mármol sobre el que se ha ejecutado un dibujo en tonos ocres: La lucha con el centauro, un préstamo del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Atribuida a Alexandros Athenaios, fue hallada en los tiempos en que Carlos III aún no era rey de España, sino de Nápoles. El rey ilustrado patrocinó numerosas expediciones arqueológicas: Pompeya, Herculano… Esta placa se encontró entre los restos de lo que fuera una villa romana y quizás formara parte de la decoración de un lararium (pequeños altares caseros dedicados a la adoración de los dioses protectores del hogar). Los especialistas son unánimes al reconocer en   ella Eurito, jefe de los centauros. La escena podría representar el episodio de la pelea entre los centauros borrachos contra los lapitas durante el banquete de bodas de Pirito e Hipodamia. Un maravilloso ejemplo de cómo ya desde la antigüedad, se pintaba sobre soporte pétreo.

Sebastiano del Piombo, decíamos, fue el pintor que recogió el encargo de Vasari. Durante años ensayó la técnica para fijar el pigmento a la piedra. El soporte elegiodo: la pizarra. No es seguro que Piombo fuera el descubridor de esta técnica, pero sí su impulsor y el que obtuvo resultados exitosos. Su técnica a la hora de pintar sobre pizarra era desconocida en la época y se consideraba secreta. Los cuadros del artista han sido sometidos a un riguroso proceso de investigación en el laboratorio descubriéndose la clave para que la pintura luciera como si hubiera sido ejecutda sobre lienzo. Tomando como referencia los datos aportados por Vasiri (menciona los ingredientes de la mezcla, pero no sus porcentajes), se realizaron multitud de pruebas hasta poder verificar la composición de la pintura y el tratamiento de la piedra: calentando el soporte y aplicando sobre el mismo una mezcla de aceite, resinas y cera fundidos que aseguraban la adherencia del óleo. El Prado ha rescatado de entre sus muchísimas obras dos del pintor italiano que expone en la muestra: Una piedad y un Cristo con la Cruz a cuestas.

 La Dolorosa con las manos abiertas TIZIANOEl segundo pintor de la muestra es el gran Tiziano. El veneciano siempre mostró un enorme interés por la escultura. En su primer viaje a Roma pudo contemplar boquiabierto las grandes obras clásicas que causaron en él honda impresión y así se lo manifestó epistolarmente a Carlos V: <<Estoy aprendiendo de estas maravillosas antigüedades cosas por las cuales mi arte se hará digno de pintar las victorias que nuestro Señor Dios prepara para a Vuestra Majestad en Oriente.>>

Tiziano realizó dos obras sobre piedra: un Ecce Homo y una Dolorosa, ésta ejecutada sobre mármol. Felipe II las emparejó en su aposento del Alcázar de Madrid, edificio que no abandonó hasta el incendio de 1734 (a excepción de un fugaz paso por el Palacio del Pardo). A dicho incendio probablemente se deba la abrasión de las pinturas. Ambas han sido sometidas a un minucioso proceso de restauración y lucen esplendorosas. La Dolorosa con las manos abiertas conmueve al espectador. El azul de la túnica de la Virgen conseguido a base de polvo de lapislázuli atrapa nuestra retina. Cuando llegó al taller, presentaba un aspecto muy opaco, sucio, con zonas ilegibles que no podían distinguirse claramente, había perdido la profundidad y el volumen.

restauracion dolorosaEl último apartado de la muestra reúne obras de Volterra y del taller de los Basano. Serán estos los últimos artistas que pintarán sobre pizarra. Tras ellos, la técnica se olvidó.

Una muy recomendable actividad a la que se podrá asistir hasta inicios del mes de agosto. Como suele suceder, el Prado ha editado un magnífico catálogo sobre la muestra que encontrarás accesible al final de este post.

In lapide depictum

Museo Nacional del Prado

17/04/2018 – 05-08/2018