Si nos pidieran definir la literatura de Stefan Zweig, recurriríamos a tres términos: elegante, sutil y finísima. Tres epítetos que enmarcan toda su obra, sea cual sea el texto escogido. Sus biografías, sus novelas deliciosas, sus ensayos y ¡cómo no! sus memorias. Categoría literaria y personalísimo estilo. Un narrador fascinante.

Un excelso escritor que seduce desde la primera frase. Un hombre que vio cómo el mundo se desmoronaba y que lo plasmó en el libro que hoy traemos a este rincón: El mundo de ayer, un conmovedor e imprescindible testimonio para comprender qué fue y qué supuso la primera década del siglo XX, marcada por las dos guerras mundiales que convulsionaron al mundo.

El libro fue escrito en su retiro brasileño. El escritor decidió instalarse en el tropical país y sería precisamente allí donde dio fin a su vida. Dramáticamente, tomó la decisión de suicidarse junto a su joven esposa. Algo que, a día de hoy, sigue conmoviéndonos. ¿Por qué ? ¿Qué motivos podía tener? Aparentemente, una decisión incomprensible: casado con una bella y joven mujer, éxito profesional, reconocimiento mundial… más ¡ay! su espíritu era demasiado sensible. Su muerte estuvo programada: ningún detalle quedó al azar. Una misiva desarrollada en alemán explicaba los motivos. Así, el escritor austríaco anunciaba que se despedía de este mundo “de propia voluntad y con la mente clara”.

suicidio-zweigEn la nota, encabezada con el portugués “declaraçao” (declaración) y luego desarrollada en alemán, Zweig explica que dice adiós a este mundo “de propia voluntad y con la mente clara” y agradece a Brasil su hospitalidad. Y continuaba: “Prefiero, pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo trabajo cultural siempre ha sido su felicidad más pura y su libertad personal. Su más preciada posesión en esta tierra”. Algo podíamos intuir al final de las páginas del libro que hoy reseñamos:

<<El sol brillaba con plenitud y fuerza. Mientras regresaba a casa, de pronto observé mi sombra ante mí, del mismo modo que veían la sombra de la otra  guerra detrás de la actual. Durante todo ese tiempo, aquella sombra ya no se apartó de mí; se cernía sobre mis pensamientos noche y día; quizá su oscuro contorno se proyecta también sobre muchas páginas de este libro.>>

el-mundo-de-ayerPero vayamos al libro que comienza con la exposición de los capítulos en lo que el autor denomina Tabla, en lugar del más habitual Índice. Empieza el escritor rememorando sus años infantiles, su paso por la universidad, su período de formación intelectual: la cultura será el hilo conductor del libro y, en definitiva, de su vida. Una buena vida inicial. Zweig nació en el seno de una familia acomodada, de la alta  burguesía vienesa. La narración de estos primeros años repasa no sólo sus años de formación. El autor nos introduce en lo que fue la cultura europea de entonces: músicos (Strauss), escultores (Rodin), y otros grandes intelectuales desfilan por las páginas de los primeros capítulos.

Después, la guerra, ese ogro que todo vino a nublarlo. La primera, el período de entreguerras y la que vendría a finiquitar una época: la Segunda Guerra Mundial. El judío escritor tiene que huir, dejar su tierra, sus raíces y su  mundo que ya siempre será el mundo de ayer: <<Si los perseguidos y expulsados hemos tenido que aprender un arte nuevo, desconocido, ha sido el de saberse despedir de todo aquello que en otros tiempos había sido nuestro orgullos y nuestro amor.>>

Zweig puso fin a su vida en 1940. No pudo -o no quiso- esperar a la paz. El mundo se había corrompido en demasía y su sensible espíritu no fue capaz de soportarlo. Algunos escritores, también judíos, también perseguidos, como Thomas Mann no le comprendieron y le tacharon de cobarde. Pero ¿quién puede juzgar una decisión así?

Sea como fuere, lo cierto es que Stefan Zweig nos ha dejado un testimonio imprescindible para comprender la Europa de la primera mitad del siglo XX. Un libro capital que, desde la primera a la última página, conmoverá al lector.