Durante un trimestre el Prado se ha vuelto flamenco. El Bosco ha sido el absoluto protagonista del estío. Sus cuadros y los de sus seguidores se han reunido en una muestra excepcional y única: la que ha conmemorado el 500 aniversario de su muerte. Este Criticón acudió varias veces a verla. Todas salió sobrecogido. De ahí este post.

¿Por qué ha sido España el lugar elegido para tal reunión de lienzos? De la veintena de obras originales que sobre el pintor existen, nuestro país tiene ocho, y seis de ellas están en el Prado. No sólo son seis: son las más emblemáticas. Tal presencia del genio en España tiene una explicación: la admiración que Felipe II sentía por él. Fue, junto a Tiziano, su pintor favorito. Así que, parecía razonable elegir un lugar como el Prado (por otra parte, la mejor pinacoteca del mundo) para albergar el acontecimiento.

El Bosco no fechó ninguna de sus obras por lo que realizar una retrospectiva del artista desde el punto de vista cronológico resultaba una tarea casi inabordable. De ahí que se haya optado por una organización temática. Y el resultado no ha podido ser mejor.

retrato-boscoEmpieza el recorrido en una estancia en la que se da cuenta de algunos datos sobre la vida del pintor. El primer cuadro que da la bienvenida al espectador, Mercado de telas en S-Hertogenbosch, tiene una gran relevancia. En él se muestra la plaza de la ciudad en la que el Bosco nació y vivió. En la parte derecha aparece dibujada la casa que el pintor adquirió una vez contrajo matrimonio. Es una obra anónima que atrae al visitante por su colorido intenso y su original forma de plasmar la perspectiva. Junto a él, un magnífico grabado del artista: uno de los pocos testimonios que existen sobre su aspecto físico, realizado por Cornelis Cort, un grabador holandés que alcanzó celebridad por colaborar con el gran Tiziano.

Al fondo de la sala un cuadro parece llamar al visitante. Este ya sí es una obra del Bosco y está incluida en la segunda área temática que divide la exposición, dedicada a la infancia y la vida pública de Cristo. En todas las obras incluidas en esta parada, la figura principal es Cristo. La Virgen aparece pero en su papel de madre, cediendo el protagonismo a su hijo. El pintor gusta de representar una escena concreta: la Adoración de los Magos, la más recurrente. Se incluyó en este apartado una de las obras maestras del pintor, el Tríptico de la Adoración de los Magos, que forma parte de la colección permanente del Prado. Es, según los expertos, de las obras mejor conservadas del pintor.  Una de las características de la pintura flamenca es la representación en los lienzos de los donantes de las obras: aquellos (normalmente pertenecientes a la alta burguesía) que las financiaban. Los donantes aparecen en los laterales del cuadro, en actitud piadosa y bajo la protección de un santo, tal y como era habitual.

santagertursdadEn la época del Bosco, la veneración por los santos fue práctica extendida. Y el Bosco, como hombre de su tiempo, también la cultivó. A las vidas de santos se dedica la tercera parte de la exposición. S. Cristóbal, S. Antonio Abad… y un cuadro curioso: El tríptico de Santa Wilgefortis. Curioso porque aunque sí es habitual que el Bosco pinte santos, no lo es tanto ver obras suyas que representen martirios. El reo del cuadro, la crucificada, no ha podido ser identificada con precisión absoluta, pero todo parece indicar que se trata de Wilgefortis, una santa especialmente venerada en los Países Bajos: la mujer que, para evitar el matrimonio decretado por su padre, rogó a Dios que le creciera la barba. Se le concedió el deseo y el progenitor, al darse cuenta del engaño, la mandó crucificar.

Tras contemplar otros lienzos soberbios, como el San Cristóbal con el niño Jesús a cuestas o el magnífico Tríptico de las Tentaciones de San Antonio Abad, cedido por el Museo Nacional de Arte de Lisboa, la siguiente parada de la exposición nos introduce en uno de los temas por el que el Bosco tenía especial predilección: el Paraíso y el Infierno. El cuadro principal, alrededor del cual gira el resto es el fabuloso Carro del Heno. Tras él, se disponen cuatro magníficas tablas que bajo el título Visiones del Más Allá, reúnen cuatro escenas: El paraíso terrenal, La Ascensión al Empíreo, la Caída de los condenados y el Infierno. Resulta sorprendente la segunda enumerada: un túnel de luz deslumbrante capta la atención del espectador. Las almas que portan los ángeles lo atraviesan para llegar el Empíreo, el lugar en que Dios está físicamente.

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Y así nos detenemos en la penúltima sección que acoge el cuadro más célebre del pintor: El jardín de las delicias. Frente al impresionante tríptico nos encontramos con un dibujo delicioso: El hombre árbol, cedido por la Albertina de Viena. Fue una de las invenciones del Bosco que mayor éxito alcanzó que aparece también en el tríptico principal, aunque con variantes. Un monstruo giganteso, de cuerpo ovoide y cabeza gigantesca, avanza apoyado en unos pies con formas de canoa. La ausencia del color permite apreciar la maestría del dibujante.hombre-arbol

Las dos últimas secciones abordan dos temas complementarios: los pecados del hombre frente a la pasión de Cristo. De esta última sección, destaca una tabla  Cristo camino del calvario. En su reversi el pintor plamó la figura de un niño Jesús acompañado de juguetes. Un cuadro que ha dado muchos quebraderos de cabeza a los analistas pues, a ciencia cierta, nadie sabe por qué el genio quiso representarlo.

Acaba la exposición. El merchandising, inevitable, se presenta justo antes de abandonar. Entre pañuelos de seda, pulseras, camisetas, carcasas para teléfonos móviles, o bolas para el árbol de Navidad, nos paramos ante el fabuloso Catálogo de la exposición. En sus páginas se pone al día la biografía del pintor y la de su familia, se analiza lo que se sabe sobre sus comitentes, se profundiza en su condición de pintor y dibujante y se aborda el análisis de sus fuentes visuales y textuales, así como sus valores y su ideología, con especial atención al Jardín de las delicias y a sus escenas infernales.

Resumiendo: una exposición magnífica. Afluencia masiva de visitantes. Prorrogada. El misterioso pintor, cinco siglos después de ejecutar sus obras, sigue de moda consiguiendo que el espectador reflexione, compartiendo con personas de épocas que distan mucho de la suya  sus principios morales, a su forma de entender la vida. Personas que siguen deleitándose con la magia salida de sus pinceles.